¿Qué ocurre en ese momento silencioso pero poderoso, cuando por fin soltamos algo que llevamos guardando dentro durante tanto tiempo?

Esta imagen habla de una liberación. De un instante en el que las libélulas no son solo símbolos de ligereza, sino mensajeras de una transformación interior.

En la naturaleza, la libélula comienza su vida bajo el agua, sin saber siquiera que existe otro mundo. Su realidad está limitada por la profundidad donde crece. Hasta que un día, asciende a la superficie. Y bajo los rayos del sol, comienza su verdadera metamorfosis: su antigua piel se rompe y emerge su forma final — libre, radiante, completa.

Algo parecido sucede con nosotros. Cargamos emociones no expresadas, historias que no terminamos de contar, sensaciones que ocultamos… sin darnos cuenta de que más allá de todo eso hay algo más — algo más liviano, más auténtico. Y entonces, llega el cambio. Lo que antes pesaba, comienza a transformarse. Las emociones crudas maduran en claridad. Y llega la libertad — la de sentir, expresar, ser.

Lo que estuvo atrapado, se vuelve luz. Se vuelve vuelo. Se vuelve aliento.