Nuestros miedos más profundos no son enemigos, sino partes olvidadas de nosotros mismos que esperan ser reconocidas.

La mujer en el cuadro parece suspendida en ese momento frágil pero poderoso en el que, por primera vez, se atreve a tocar sus sombras mas ocultasvcon el corazón abierto.

Las larvas de la cigarra emergen de su cuerpo como si brotaran de la tierra, donde han permanecido durante muchos años esperando el momento crucial para iniciar su transformacion al igual que los sentimientos y miedos más profundos, las emociones reprimidas y las sombras olvidadas que finalmente encuentran un camino hacia el exterior.

Los labios de la mujer, en los que la larva se transforma en un insecto adulto, se convierten en un símbolo de autoexpresión:  no hay lucha, ni deseo de expulsar las partes indeseables de sí misma, sino una aceptación consciente que permite liberar, soltar y volver ser. 

Las grietas en su piel hablan del dolor , pero no la rompen; la revelan. Porque es un proceso donde se vuelve entera. 

La oscuridad que la rodea enfatiza la intimidad del proceso. No es una amenaza, sino un espacio para un encuentro profundo con una misma. En ese silencio nace una verdadera aceptación y ocurre una auténtica transformación.